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Blog sobre los dibujos del dibujante canario Álvaro Manzanero.

miércoles, agosto 20, 2025

Luto 1: Los guantes de mi padre.


 

domingo, agosto 10, 2025

Fragmentos de un pasado para los que no estuvieron 2- 1981

 Corría el año 1981 y aunque esto nunca pasó, hay mucha verdad en ello. Un nuevo homenaje a aquellos tiempos en los que oír música era una una forma de vida.

















lunes, mayo 05, 2025

Orgullo

 


sábado, marzo 08, 2025

Le tocó a Amberes y Lille.






 Nos quedaba por ver Amberes. Entendí por qué llamaban a Bruselas el París de los pobres. La reconocí en este segundo viaje como una pequeña ciudad de juguete, no exenta de gracia e interés, pero con unas limitaciones evidentes.

Amberes, por contra, se nos apareció inmensa (casi 3 veces la población de la capital de Bélgica), preciosa y ahíta de posibilidades. Una de las conclusiones es que los lugares canallas -cervecerías sobre todo-tienen el punto justo de vejez sin llegar a la cochambre: los muebles son antiguos y repintados, pero tienen rasguños derivados del uso, todo parece auténtico, no como aquí que vacían el interior de las casas manteniendo la fachada y haciéndola irreconocible e intercambiable por cualquiera otra.

Hay rango de precios para no gastar en exceso y el alojamiento de paso se ha vuelto, curiosamente, más barato que en España.

Otra sorpresa, si cabe mayor, fue Lille. A pesar de la huelga de trenes nos desplazamos cómodamente y sin percances hasta la ciudad francesa.

Allí vimos una fanfarria callejera con la que, una vez más, (siempre me sucede igual) se me desataron las ganas de llorar por la emoción a flor de piel. Paseamos, pateamos, fantaseamos con acabar nuestros días allí y volví a pensar que no idealizaba nada, que la vida allí sería simplemente perfecta.


Este dibujo es de una cervecería molona de esas de las que hablaba, aunque no la mejor.

Las fotos, comentadas como siempre, aquí.


sábado, enero 11, 2025

A Portugal por Extremadura.

 






 Un año más en Portugal, pero por primera vez en Extremadura.

La idea era huir de la olla a presión que ha acabado siendo mi isla, aún peor en estas fechas : colas navideñas para comprar, tumultos en las calles, codazos, virajes para evitar a otros transeúntes e imposición de su ritmo de avance, ruido y tráfico por todos lados, coches sobre las aceras y pasos de peatones, gorritos de Papá Noel hasta en los perros, repetición de los villancicos y de las mismas frases sin sentido. Con ese objeto volamos a Madrid y de ahí cogimos un coche a Cáceres.

Frío de verdad-sobre los cero grados-árboles que respetan las estaciones dejando caer su hoja o tiñiendo sus copas del color del invierno y una densidad de 1 gorro del puto Papá Noel por cada 500 habitantes. Bien, podemos empezar a hablar. Fue un auténtico descubrimiento. La comida exquisita, - aunque no convenga abusar de ella-la gente comunicativa y transparente. Es cierto que hay algo de gris en aquellas ciudades de ciudadanos uniformados con su desaturación cromática y con el envaramiento corporal, así como en la vida alrededor de sus iglesias, pero bueno, no se puede tener todo.

El paso a Portugal me provocó una lágrima real al regresar a la tierra prometida, a la que por afinidad debiera pertenecer.

Las fotos, comentadas, aquí.


miércoles, septiembre 18, 2024

 Fragmentos de un pasado para los que no estuvieron.












miércoles, agosto 28, 2024

Huida a destiempo.














 De nuevo otra entrada relativa a los desplazamientos estivales, pero en breve pondré un nuevo cómic de 5 páginas.

En esta ocasión los trabajos forzados del tribunal de oposición nos llevaron a una recompensa en condiciones: pasar por Suiza, un país en principio prohibitivo, y al final también. Buscando el frío fuimos a centroeuropa, craso error.

Empezamos en Alemania recuperando, del fondo de mi memoria, las palabras aparcadas desde la época del cole.

Pasamos luego a Suiza donde se nos escurría el dinero entre los dedos, como agua,, y yo sólo pensaba “Esta compra en el super se acaba de llevar el jornal de tres días de trabajo. El agua, más que potable, deliciosa, se podía beber de cualquier fuente, lago o manantial. Las cervezas sin alcohol tenían sabor y no veías un sólo papel en el suelo. Mucho nos quejamos de los precios y soñaba con el día en que cruzaríamos la frontera para volver un año más a Francia, donde nuestros euros volverían a tener valor. No sólo no ocurrió, sino que primó la sensación de que el nuevo lugar tenía carácter latino y, como si se tratara de una antigua novia, no dejé de traer a colación continuamente las bondades helvéticas: sus transportes puntuales y modernos, la calidad de los dulces, sus paisajes inmaculados sin rastro de basura.

Paseando por estos países me di cuenta de que los dibujantes franceses no habían inventado nada. Esos extraños rostros están por todos lados, yo mismo los hubiera dibujado de memoria de haberme criado allí. Esas narices rojas, esos ojos vidriosos. De pequeño observaba un extraño árbol con textura de camuflaje...como una curiosidad de los autores francobelgas, sin detenerme a pensar que es el árbol más común que tienen.

Un resumen fotográfico de lo acontecido aquí. Si abres cada foto encontrarás un comentario.